11 marzo 2006

Derecho a la información


Hace dos años, algo nos despertó de nuestro letargo. Cuarenta aspirantes a Capote descubrimos a mitad de camino en qué consiste esta profesión. A las 7.38 minuto arriba, minuto abajo; algo se rompió a la vez en Santa Eugenia, El Pozo, Téllez y Atocha. A la vez allí y a la vez en nuestra concepción del periodismo. Aprendí mucho más ese día que en todo un año. Prensa de referencia, llaman al rotativo. Debe ser así. Todos los del país lo copiaron. Mucha sangre en imágenes y sonidos. Traspiés de unos y de otros. Morbo autorizado en beneficio de la actualidad. 191 vidas rotas y otras tantas conciencias removidas. Como si fuera bueno, nos llaman la Promoción del 11M. Hubiera preferido ser promoción a secas. Para quienes todavía creen que fue una experiencia profesional dura pero irrepetible y para los que creemos que no.

A mis compañeros...

1 comentario:

manulito dijo...

Salud, compañero.
Es cierto, todavía algo se remueve por dentro. Un rollo. Un asco. Y más cuando, a pesar de dudar a veces, creo que si volviese a pasar, lo volvería a hacer. pero dudo. Joder cómo dudo.
Pero... decir que no... Hace dos años sí podíamos y creo que los que se negaron fueron, de entre todos, los más valientes.
Pero ahora, en una empresa que te jode y explota, que te paga poco, mal y no te da de alta... importa poco si la jodes viva. Aunque ahí están tus compañeros. Y si a ti no apetece ver llorar a nadie, a ellos tampoco. Y si tú dices que no, que por ahí no pasas, alguno de ellos pringará.
Al final es como en la guerra. Un soldado no lucha por su país, sino por lo desgraciados que tiene a su lado.
Hace dos años terminé harto de ver gente llorar a alaridos. Y me cagué en el periódico una y mil veces. Porque sigo pensando que el resultado fue digno (y no niego que morboso), pero el problema fue cómo se hizo: la descoordinación innata de los medios, las prisas... Me acuerdo de las expresiones que terminamos usando: "Nos estamos pisando los muertos unos a otros", mientras tomábamos café. Y me piso un testículo de sólo pensarlo.
Pero a la pregunta clave de si lo volvería a hacer respondo que sí. Cagándome en mi suerte, en mi trabajo, en mi periódico de mierda y en mi puta madre. Y sin hacer daño. Sin joder más de lo debido. Se puede hacer. Yo lo he intentado. Lo intento. Y si dios, como me temo, es un hijo de puta, me temo que lo tendremos que volver a intentar.
Mientras, sigo dudando y escribiendo gilipolleces como así, que más que un post, parece una confesión.
A la mierda...