17 enero 2006

13 enero 2006

Botones mañaneros

Nunca le he tenido especial cariño a mi despertador. Sin embargo, eso no ha impedido que tengamos una buena relación estrictamente profesional. El cacharro es uno de esos con radio, forma de gafas de sol y unos números digitales verdes y grandes en el parabrisas. Hasta ahora, no hemos tenido problemas (tú en tu sitio y yo en el mío). He dicho hasta ahora, porque eso va a cambiar...

Todo comenzó con pequeños conatos de rebelión. El control del volumen se fastidió y a veces me destrozaba los tímpanos el Carles Francino (musiquita y la cuña "Hoy por hoy..." en to la oreja) y otras me quedaba totalmente sopa porque no escuchaba nada. Opté por despertarme con la alarma clásica, que era más fácil de regular, en vez de con la radio . Firmada la tregua con concesiones, tuve unos meses de tranquilidad relativa.



Pero algo ocurrió hace dos mañanas.
9.00 a.m. Suena el consabido bip bip. Todo lo ágil que se puede esperar de un animal en semihibernación, alargué el pesado brazo para buscar el tientas el interruptor on/off. El aparato tiene un enorme botón en el centro, pero no sirve para apagarlo. El que vale es un pequeño interruptor en una esquina. Algo muy práctico cuando estás a oscuras. Al final consigo apretar algo. En el visor se encienden tres letras "n a p". Esta es una opción que en cristiano significa "jódete porque voy a sonar cuando menos te lo esperes". Así que ahí me ví en la cama, con la intención de remolonear 20 minutos más y con la angustia de esperar la alarma.
Me puse el despertador junto a la almohada y aporreé todos los botones sin éxito. Como los botones de autodestrucción, una vez pulsado el Nap el proceso es irreversible. Estaba condenado. Era él o yo. Lo desenchufé. Nada. Sólo me quedaba una solución. Me sentí el jefe de máquinas de la Enterprise. (voz metálica) "Shizzz, fuera pila de energía auxiliar, shizzz". Cuando puse de nuevo la batería, la cuenta atrás se había detenido.

Ya no puedo con él. Esto ha sido lo último. En cuanto pueda lo destripo y desconecto la función maldita.

06 enero 2006

Mondo Canino

Es curioso hasta donde llega el mundo de la moda, junto con los bolsos de Louis Vuitton y Channel (por los que, por ejemplo, muchas japonesas se prostituyen sin miramientos) también hay tendencias para complementos animales. Como si de un trapo se tratara, muchos individuos deciden fijarse en lo que se lleva para comprar un perro. Es alucinante pero basta con echar un vistazo a los canes que pasean por tu barrio. Durante un tiempo, hace unos cinco de años, se llevaron los perros de las nieves como yo les digo (alaskan malamute, samoyedos...). Hace dos, la estrella eran los westys (west highland terrier).

Sigue la lista. Hasta hace bien poco, todo el mundo estaba loco por tener un labrador pero todo eso es cosa del pasado, ahora lo más chic es el bulldog francés. Se pueden ver muchos de estos paticortas simpáticamente feuchos deambular por todos lados.


Sin embargo, lo importante de la moda es ir por delante. Lo más de lo más es tener un chihuahua y, si se puede comprar un bolso para llevarlo mejor. Esta excentricidad, la puso de moda Paris Hilton y en ella se basaron para el personaje de Reese Witherspoon en la película Una rubia muy legal. Ahora incluso, se ha abierto un nuevo mercado de accesorios para llevar a tu perro a cuestas.

Yo me pregunto ¿qué pasará cuando estos animales dejen de estar de moda? Una noticia que vi por ahí decía que más del 80% de los perros abandonados son de raza. En fin, a mí me encantan los animales y siempre digo que su compra implica tratarlos exactamente igual al resto de la familia.

Espero tener algún día un perro, y no pienso comprarlo. Iré a algún centro de acogida y adoptaré a uno. Cuanto más chucho, mejor.

03 enero 2006

Todo por la pasta

Pocas veces me he sentido tan impotente y gilipollas al mismo tiempo.

Ya comenté que me había mudado. Antes de hacerlo avisé preceptivamente a mi antigua casera con un mes de antelación. El pasado día 15 se cumplió el plazo y después del trabajo, a las tantas, mi parienta y yo nos dirigimos ufanos a recoger los 1.020 euros que dejamos en depósito como fianza hace casi dos años. En ese tiempo, mi anciana arrendadora (la pobre) se embolsó más de 13.000 euros pagados religiosamente.

Pues bien, quedamos en el estudiodemierda punto es para que ella (y su hija abogada) verificaran que todo estaba igual de cutre que cuando nos lo dejaron. El caso es que la letrada sacó un papelito para firmar el cese del contrato y en esto que nos dice como quien no quiere la cosa: "Uy, la fianza nos la vamos a quedar porque el contrato sólo lo podéis cancelar de año en año y no entremedias". Se paró el tiempo. Me detuve por si era una broma de cámara oculta y eché mano del contrato. "Mire, aquí pone que sólo hay que avisar con un mes". "No, no, no. Avisar un mes antes de la finalización del contrato o CUALQUIERA de sus prórrogas", me informó con frialdad calculada. Pensé, la tia perra ya podía habérmelo dicho cuando le informé de mi intención de dejar la casa. Claro, eso casualmente se le olvidó. Además me estaba haciendo un favor porque podía reclamarme los 11 meses restantes que quedaban de contrato.

"Encíma de jodío, agradecío" como se dice en mi tierra. Mi parienta le imploró, rogó y suplicó que nos hacía falta (de hecho lo debíamos para la nueva fianza). Conseguimos sacarle el compromiso de que si encontrabamos un nuevo huesped nos devolvería el dinero. "Es que mi madre, vive de esto. Es su pensión", decía, y la madre con un pedazo de abrigo de bisón que valía su peso en oro. "Además ahora en diciembre es muy difícil alquilarlo", decían. Cada día que pasara se restaría de lo que nos debían devolver. Pedazo de agobio.

Había prevista una cena para celebrar el acto y en su lugar sólo hubo cabezas gachas en el camino de vuelta. En casa, nos pimplamos una botella de cava a la salud de la vieja (o la mala salud, no me acuerdo). Después de una noche sin dormir, al día siguiente puse un anuncio en internet. Conseguí citarle a unas 18 personas para ese mismo día. Conseguimos que se alquilara para primeros de diciembre. Antes, tuvimos que pedir dinero prestado a la familia.

Ayer, conseguimos recuperar el dinero menos 15 días, la factura de la luz y el teléfono. El sábado ya podremos comprar una cama y la tele.