03 enero 2006

Todo por la pasta

Pocas veces me he sentido tan impotente y gilipollas al mismo tiempo.

Ya comenté que me había mudado. Antes de hacerlo avisé preceptivamente a mi antigua casera con un mes de antelación. El pasado día 15 se cumplió el plazo y después del trabajo, a las tantas, mi parienta y yo nos dirigimos ufanos a recoger los 1.020 euros que dejamos en depósito como fianza hace casi dos años. En ese tiempo, mi anciana arrendadora (la pobre) se embolsó más de 13.000 euros pagados religiosamente.

Pues bien, quedamos en el estudiodemierda punto es para que ella (y su hija abogada) verificaran que todo estaba igual de cutre que cuando nos lo dejaron. El caso es que la letrada sacó un papelito para firmar el cese del contrato y en esto que nos dice como quien no quiere la cosa: "Uy, la fianza nos la vamos a quedar porque el contrato sólo lo podéis cancelar de año en año y no entremedias". Se paró el tiempo. Me detuve por si era una broma de cámara oculta y eché mano del contrato. "Mire, aquí pone que sólo hay que avisar con un mes". "No, no, no. Avisar un mes antes de la finalización del contrato o CUALQUIERA de sus prórrogas", me informó con frialdad calculada. Pensé, la tia perra ya podía habérmelo dicho cuando le informé de mi intención de dejar la casa. Claro, eso casualmente se le olvidó. Además me estaba haciendo un favor porque podía reclamarme los 11 meses restantes que quedaban de contrato.

"Encíma de jodío, agradecío" como se dice en mi tierra. Mi parienta le imploró, rogó y suplicó que nos hacía falta (de hecho lo debíamos para la nueva fianza). Conseguimos sacarle el compromiso de que si encontrabamos un nuevo huesped nos devolvería el dinero. "Es que mi madre, vive de esto. Es su pensión", decía, y la madre con un pedazo de abrigo de bisón que valía su peso en oro. "Además ahora en diciembre es muy difícil alquilarlo", decían. Cada día que pasara se restaría de lo que nos debían devolver. Pedazo de agobio.

Había prevista una cena para celebrar el acto y en su lugar sólo hubo cabezas gachas en el camino de vuelta. En casa, nos pimplamos una botella de cava a la salud de la vieja (o la mala salud, no me acuerdo). Después de una noche sin dormir, al día siguiente puse un anuncio en internet. Conseguí citarle a unas 18 personas para ese mismo día. Conseguimos que se alquilara para primeros de diciembre. Antes, tuvimos que pedir dinero prestado a la familia.

Ayer, conseguimos recuperar el dinero menos 15 días, la factura de la luz y el teléfono. El sábado ya podremos comprar una cama y la tele.

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